Seligman dice que para afrontar el extremo estrés y la depresión un ejercicio mental eficaz de la psicología positiva es recordar a quienes significan lo bueno en tu vida y justo buscando un archivo de fotos familiares en esta ocasión veo la de mi cumpa Calichi, el primo aquel con el que mi tío Fermín a los siete años me hizo pelearme en el parque de las leyendas en esta Lima que era tan ajena a mi vida aquellos años, aquel niño consentido cuyo cuarto parecía Disney y era la envidia de todos. Bienvenido primito!, me dijo, ahí en el Jirón las camelias de Carabayllo, casa en donde se quedaría parte de mi corazón para siempre. Su sonrisa era igual que la de mi padrino-su padre, aquella sonrisa con la que el patriarca siempre recibió a toda la familia que persiguió sus sueños en esta capital. Me preguntaba si la historia se repetía en mí ya que los visitaba a razón de intentar cursar unos estudios de post grado persiguiendo el ejemplo de mi hermano mayor. Lamentablemente no ingresé en aquella ocasión a la UNMSM y como el dinero no alcanzaba me disponía a regresar, era un año de mucha incertidumbre en mi vida, tenía pocas asesorías en Cajamarca y en Chiclayo donde había regresado a pisar suelo luego de finalizadas las peripecias universitarias. Pensé en juntar algo de “vil metal” y regresar, pero Pol “el che” me animó a lucharla en otra universidad prestándome para tal fin S/ 350 soles con los que compré la carpeta de admisión e ingresé. Por ello a partir de ahí durante dos años aproximadamente mi vida de lunes a jueves oscilaba entre Cajamarca y Chiclayo y de jueves a domingo en un bus de Fiori y la capital peruana, fueron tiempos de esfuerzo viajando en carretera y de un plan radical de estudio pues era consciente que en el pregrado como muchos había hueveado a costas de mis padres. Hoy me alivia recordar solo de estos fines de semana, tiempos en donde Calichi no solo fue mi hermano sino también hasta mi psicólogo ahí en su cuarto “el maracaná” como solían llamarle los muchachos por las muchas copas que jugamos. En aquel lugar los días viernes por las noches solíamos conversar de las teorías de conspiración, música y ver películas de terror acompañados de un buen cigarro premier y lógicamente improvisando a veces una suerte de peña criolla con Pol, Alejo y Yuri, amigos que son hermanos, que dan la mano firme y mirando a los ojos. Pero también recuerdo, lo inteligente y leal que fue mi cumpa al darme fuerzas para continuar con mis sueños en un contexto donde el dinero alcanzaba a las justas, hoy comprendo que por algo él pagaba los colectivos cuando subíamos juntos, o porqué me compartía su walkman plateado para escuchar rock cuando estaba triste o un pasillo cuando me sentía en añoranza, hoy sé porqué me “prestaba” para mi taxi los sábados y domingos cuando iba a clase, quizás sabía que lo iba a gastar en fotocopias y el menú del centro de Lima y que no dejaría de subir “al rápido” el rey de la ruta al Km 22 y el barrio San Felipe, qué tiempos carajo. Hoy las cosas han cambiado, ya no viajo en colectivo, ya no fumo, ya no vivo por ese entrañable barrio de San Felipe y la casa del Jirón las camelias está alquilada, ya no tengo como financista encubierto ni psicólogo a mi cumpa Calichi, hasta me he vuelto algo intelectual por decirlo, solo algo no cambia, mi profundo cariño y agradecimiento hacia mi cumpa, mi hermano y leal amigo Carlos Díaz Sánchez, quien siempre me ha preguntado: ¡ cómo podías concentrarte en estudiar tanto bajo todo aquel contexto que viviste esos años!, hoy en su cumpleaños, confieso, que lo pude hacer porque estuvo a mi lado, porque tuve el amor y la fe de contadas personas y dentro de las cuales él tiene mención honrosa. Feliz cumpleaños camarada de camino.
jueves, 18 de noviembre de 2021
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